Los que ya me leen hace un tiempo, sabrán qué me pasa muy seguido, que cuando cuento sobre el rubro al cual me dedico, encuentro más detractores que partidarios. Y es que, al parecer, el “sistema asegurador” sigue siendo poco querido, sobre todo entre las personas, pero también en el mundo Pyme, sobre todo porque lo ven como un gasto y no como una inversión u otra cosa que les genere valor.
Y como siempre me estoy cuestionando cómo mejorar la industria o darla a entender de mejor manera, es que hoy les quiero plantear un enfoque donde los seguros se convierten en un aval que otorga protección, seguridad y garantías en los momentos más necesarios o cuando menos esperabas necesitar de ese amparo.
Garantías tanto para las Pymes como para mandantes
Supongamos que hay una empresa constructora pequeña, (con solamente 10 personas contratadas) que cuenta con equipo propio que se dedica solo a administrar y a gestionar los proyectos y que todo el resto de los servicios que entrega, los subcontrata a empresas del rubro que le permitan cumplir con sus contratos.
Dado que la mayoría de los servicios que entrega, serán dados por empresas subcontratadas, cabe la posibilidad de que nuestros amigos de la constructora en algún punto puedan perder el control acucioso de la operación y que eso conduzca a errores no forzados, retrasos y en el peor de los casos, incumplimientos de contrato.
En este caso, si el mandante, es decir, el cliente de la constructora, hubiese exigido la contratación de un Seguro de Garantía por parte de dicha empresa, esta póliza podría haber actuado para pagar las multas asociadas a los incumplimientos del contrato. En ese momento, ambas partes se habrían visto beneficiadas, tanto la que debe enfrentar el pago de la multa, como la que cobra, ya que es el seguro el que se hará cargo de cubrir los montos asociados y de esta forma la empresa mandante puede reparar el daño producido por la no entrega del producto y/o servicio y la pequeña constructora no muere pagando multas millonarias. Esta puede aprender la lección y seguir operando.
¿Y en salud? ¿Qué me pueden garantizar?
Ya, quizás, el ejemplo anterior es muy técnico y acotado, en este caso, los llevaré a una situación que a todos, como trabajadores de una empresa (propia o no) nos toca vivir.
Una empleada, supongamos que su nombre es Angélica, en algún momento del año (ahora, por ejemplo, pleno invierno y virus por todos lados) se enferma. Pasan un par de días y la molestia no pasa, se siente mal al punto que la mayoría de los terrestres odiamos… tener que ir al doctor (no tengo nada en contra de los doctores, todos sabemos que salvan vidas, pero reconozcamos que ir al doctor es sinónimo de invertir tiempo, dinero y esfuerzo que muchas veces no tenemos o no queremos invertir). Y Angélica va al doctor y al momento de pagar el bono, le duele, porque su plan de salud no es tan bueno y le cubre poco. Y cuando sale de la consulta con 5 órdenes médicas de exámenes a Angélica, esta vez le “duele la guata”, porque no sabe cuánto va a salir todo eso y si en realidad va a poder asumir ese costo.
Si Angélica tuviese un Seguro Complementario de Salud, lo más probable es que no se hubiese acordado de cuanto le cubría al momento de la consulta inicial, pero una vez que le entreguen el papel del bono y ver el detalle habría visto 4 columnas:
Y en ese momento Angélica habría podido calcular cuánto es el porcentaje que le cubre el seguro y cuanto más llevadera se vuelve la ida al doctor. Angélica habría contado con una probabilidad mucho más alta de enfrentar su tratamiento médico completo, ya que el seguro complementario de salud abarca consultas, exámenes y también medicamentos.
En conclusión: en este caso si la empresa que tiene contratada Angélica hubiese contado con un seguro complementario de salud, por un lado, tendría la tranquilidad de que si tiene un trabajador enfermo, este podrá enfrentar la situación sin tener que preguntarse cómo lo hará, porque contará con más herramientas y por el otro, tendrá un trabajador más tranquilo que no solicitará adelantos y podrá enfocarse en su recuperación para estar pronto de vuelta en su puesto de trabajo.
¿Y si alguien comete un error y una persona termina intoxicada?
Esta vez usaremos de ejemplo un pequeño restaurante de comida chilena, supongamos que la misma Angélica del ejemplo anterior decide ir el fin de semana a almorzar con su familia a un pequeño local ubicado fuera de Santiago. Dentro del menú los adultos deciden incluir una ensalada de papas con mayonesa, las conocidas papas-mayo. Y todo resulta delicioso, pasan un excelente momento en familia, pero pasadas unas horas, mientras están llegando a Santiago, notan que todos los adultos se empiezan a sentir mal, muy mal del estómago, con escalofríos… No es normal que nos pase a todos al mismo tiempo, hasta que encuentran el punto de conexión: las papas-mayo.
Resulta que en cocina, por un error de uno de los ayudantes de cocina, la mayonesa quedó sin refrigeración por más del tiempo recomendado y desarrolló una bacteria con la que todos fueron afectados al consumirla.
Angélica y su esposo se encuentran intoxicados, deben ir al doctor, pero esta vez a urgencias por sus fuertes síntomas e incurrir en una serie de gastos que “nadie” cubre. Angélica habla con un amigo abogado y decide demandar al restaurante.
El pequeño restaurante, que a través de un error es culpable de todo lo descrito anteriormente, no tiene cómo afrontar un juicio, pero si hubiese contratado un Seguro de Responsabilidad Civil, sería el seguro el encargado de asumir la gestión de ese juicio y eventualmente pagar los cargos asociados como compensación a la familia. En este caso, nuevamente el seguro garantiza que ambas partes puedan enfrentar el momento, por su lado Angélica será recompensada por los daños sufridos y el restaurante no morirá por tener que asumir deudas para pagar lo que el juicio dictamine, podrá seguir funcionando, aprender la lección y sí, probablemente reemplazar al ayudante de cocina.
Es importante destacar que las compañías de seguros siempre realizarán una acuciosa evaluación de las empresas antes de otorgar los seguros que necesitan para poder operar y enfrentar estos imprevistos. Si la empresa por una u otra razón no califica, la compañía no entregará el seguro y eso muchas veces puede ser signo de que la empresa debe mejorar ciertos aspectos, pero esto es materia para otro post.
Los seguros siempre actuarán como un aval, entregando, por un lado, protección a la empresa, ya que habrá un tercero que responderá por ese negocio en caso de que surja un problema y por el otro, mayor seguridad al cliente que contrata su servicio o adquiere su producto. Este enfoque a veces lo perdemos de vista, pensando en que la contratación de un seguro Pyme puede ser innecesario o incluso, plata perdida.
Te invito a leer más posts como este en nuestro blog, donde encontrarás más contenidos, opiniones y experiencias que he tenido en el mundo de los seguros para Pymes.
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